El profesor de Finanzas Internacionales, Valentin Katassonov en la TV rusa. |
Pregunta del editor:
Recientemente en el Wall Street Journal volvió
a resonar con fuerza el tema de las tasas de interés negativas en Europa,
¿señor Katassonov, estamos en una nueva fase de esta historia?
Katassonov: el tema de las tasas
de interés negativo parece antiguo, pero constantemente surgen nuevas historias
relacionadas con él.
La cronología de estos hechos es
la que sigue: en primer lugar, tras la crisis financiera de 2007-2009; los
Bancos Centrales de Dinamarca y Suecia introducen tasas de interés negativas
sobre los depósitos, a continuación se les unen los bancos centrales de la UE,
Japón, Suiza… Desde febrero en los Estados Unidos surge un potente debate sobre
si la Reserva Federal debería pasar a las tasas de interés negativas en los
depósitos.
Pero entonces resulta que el
proceso ha ido más lejos aún: las tasas negativas de interés tienen efecto
sobre las operaciones activas de los Bancos Centrales – las llamadas “tasas de
interés base”. Al menos, las tasas negativas base ya habían sido introducidas,
como señalé antes, en Suecia y Dinamarca.
Ésta es una nueva fase. Las tasas
de interés negativas capturan al sector bancario privado: cierto número de
bancos comerciales alemanes y suizos introducen tasas de interés negativas en
los depósitos.
La siguiente fase es el surgimiento
de una gran cantidad de valores distintos de acciones con un rendimiento
negativo. Según ciertos datos que manejo, en Europa hoy día, una cuarta parte
de los títulos de deuda y demás valores de renta fija privada y pública
negociados en el mercado tienen un rendimiento negativo.
Y finalmente, la noticia
publicada por el Wall Street Journal
relativa a Dinamarca. Ha trascendido que ciertos clientes de servicios
bancarios y crediticios que recibieron hipotecas no pagaban más a los bancos.
Es más, los bancos están pagando a los clientes. Hay una tasa de interés
negativa en los préstamos hipotecarios. Hay, en estos momentos, bastantes casos
similares al descrito aquí.
Después de todo esto es un teatro
de lo absurdo, surrealismo. Durante varios siglos hemos asistido a la formación
del modelo que llamamos “capitalismo”, y su pináculo como modelo económico es
el interés de los préstamos. Ahora es exactamente al contrario. Incluso los
banqueros y los economistas más eminentes están perdidos y no son capaces de
comprender este fenómeno. Mientras tanto, Marx a mediados del siglo XIX y los
marxistas posteriores en la URSS y otros países del bloque ya hablábamos de que
la tendencia de la tasa de beneficio (y por consiguiente, la de interés – Nota del
Traductor) es a caer. Aunque Marx sabía a ciencia cierta que la tasa de interés
a largo plazo tendería a cero; ninguno de nosotros, ni siquiera él mismo,
imaginamos una realidad en la que ésta fuera negativa.
Otra anécdota interesante a este
respecto: en enero un famoso foro tomó lugar en Davos (Katassonov aquí se refiere
al Foro Económico Mundial o WEF que se celebra anualmente en el Monte Davos,
Suiza – Nota del Traductor), se celebraron muchísimas reuniones a puerta
cerrada por éste y otros temas. Recientemente, han llegado reportes sobre qué
se discutió con tanto secretismo, en especial; el tópico que aquí nos ocupa,
las tasas de interés negativas. De manera totalmente sorprendente, a la mayoría
de participantes de dichos debates les dio igual “continuar bajo el agua”
(poner tasas de interés menores a cero). Pero la cuestión era cómo hacerlo para
los bancos comerciales y sus clientes. Así, en paralelo, era necesario resolver
la abolición del dinero metálico en billetes y monedas que quizá sea llevada a
cabo en los próximos años.
Los europeos ya empiezan a
comprender qué está sucediendo en el mundo de las finanzas. Los pensionistas,
por ejemplo, están empezando a protestar contra ello – pero no sólo y no tanto
por el inconveniente de utilizar tarjetas de plástico como dinero, sino porque
empezaron a darse cuenta de que sus fondos de pensiones pueden “expirar”. Y
éste, es sólo uno de los varios ejemplos de los que dispongo para ilustrar la
cuestión – después de todo, los inversores institucionales trabajan con títulos
de deuda de renta fija, particularmente de corte público y a nivel estatal. Si
hoy un cuarto de dichos títulos respaldados en deuda se volvieran “negativos”
en Europa, ¿cómo iban a operar los fondos de la seguridad social, de pensiones
o las compañías privadas de seguros? En resumen, toda la arquitectura
financiera sistémica va a tender inexorablemente a resquebrajarse a través de
un deterioro lento y constante. El capital empezará a fundirse y pronto sólo
quedará para las pensiones un charco de agua sucia.
En general, hay muchas
consecuencias, y Europa empieza a ser consciente, a pensar y a resistir. Debo
decir que a día de hoy en Rusia existen intentonas de convertirnos en un
paraíso sin dinero metálico, hay grupos de presión liberastas (forma rusa de
referirse despectivamente a los liberales – Nota del Traductor). Pero aun así
entre la vieja escuela socialista soviética (y no somos pocos precisamente) hay
un movimiento de resistencia frente a este proceso destructivo.
Pero por suerte, y gracias a las
características propias de la gran patria Rusia podemos pensar que aunque este
proyecto tenga respaldo político tardará años pues por el tamaño del país es
muy dificultoso adaptarlo a un paraíso sin dinero metálico. Haría falta
multitud de caro equipamiento en cada ciudad, pueblo y aldea, personal
cualificado para ello y demás.
Por una vez tras la Gran Guerra
Patria, los rusos podemos estar contentos con el viejo lema “las malas
carreteras salvaron a Rusia”. Pero ahora, Dios mediante, la falta de base
técnica necesaria será la que salve a Rusia del paraíso burgués sin dinero
metálico.
Valentin Katassonov es miembro de
la Sociedad Económica Rusa, editor en jefe del periódico económico “Nuestros
Negocios” y profesor de Finanzas Internacionales en la Universidad MGIMO.
Traducido originalmente al inglés por Kristina Kharlova.
Traducción al español por Jesús Adrián Martínez (@Fullchus).
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