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jueves, 15 de septiembre de 2016

Katassonov: "las tasas de interés negativas, el camino hacia un paraíso sin dinero metálico"

El profesor de Finanzas Internacionales, Valentin Katassonov en la TV rusa.

Pregunta del editor: Recientemente en el Wall Street Journal volvió a resonar con fuerza el tema de las tasas de interés negativas en Europa, ¿señor Katassonov, estamos en una nueva fase de esta historia?

Katassonov: el tema de las tasas de interés negativo parece antiguo, pero constantemente surgen nuevas historias relacionadas con él.

La cronología de estos hechos es la que sigue: en primer lugar, tras la crisis financiera de 2007-2009; los Bancos Centrales de Dinamarca y Suecia introducen tasas de interés negativas sobre los depósitos, a continuación se les unen los bancos centrales de la UE, Japón, Suiza… Desde febrero en los Estados Unidos surge un potente debate sobre si la Reserva Federal debería pasar a las tasas de interés negativas en los depósitos.

Pero entonces resulta que el proceso ha ido más lejos aún: las tasas negativas de interés tienen efecto sobre las operaciones activas de los Bancos Centrales – las llamadas “tasas de interés base”. Al menos, las tasas negativas base ya habían sido introducidas, como señalé antes, en Suecia y Dinamarca.

Ésta es una nueva fase. Las tasas de interés negativas capturan al sector bancario privado: cierto número de bancos comerciales alemanes y suizos introducen tasas de interés negativas en los depósitos.

La siguiente fase es el surgimiento de una gran cantidad de valores distintos de acciones con un rendimiento negativo. Según ciertos datos que manejo, en Europa hoy día, una cuarta parte de los títulos de deuda y demás valores de renta fija privada y pública negociados en el mercado tienen un rendimiento negativo.

Y finalmente, la noticia publicada por el Wall Street Journal relativa a Dinamarca. Ha trascendido que ciertos clientes de servicios bancarios y crediticios que recibieron hipotecas no pagaban más a los bancos. Es más, los bancos están pagando a los clientes. Hay una tasa de interés negativa en los préstamos hipotecarios. Hay, en estos momentos, bastantes casos similares al descrito aquí.

Después de todo esto es un teatro de lo absurdo, surrealismo. Durante varios siglos hemos asistido a la formación del modelo que llamamos “capitalismo”, y su pináculo como modelo económico es el interés de los préstamos. Ahora es exactamente al contrario. Incluso los banqueros y los economistas más eminentes están perdidos y no son capaces de comprender este fenómeno. Mientras tanto, Marx a mediados del siglo XIX y los marxistas posteriores en la URSS y otros países del bloque ya hablábamos de que la tendencia de la tasa de beneficio (y por consiguiente, la de interés – Nota del Traductor) es a caer. Aunque Marx sabía a ciencia cierta que la tasa de interés a largo plazo tendería a cero; ninguno de nosotros, ni siquiera él mismo, imaginamos una realidad en la que ésta fuera negativa.

Otra anécdota interesante a este respecto: en enero un famoso foro tomó lugar en Davos (Katassonov aquí se refiere al Foro Económico Mundial o WEF que se celebra anualmente en el Monte Davos, Suiza – Nota del Traductor), se celebraron muchísimas reuniones a puerta cerrada por éste y otros temas. Recientemente, han llegado reportes sobre qué se discutió con tanto secretismo, en especial; el tópico que aquí nos ocupa, las tasas de interés negativas. De manera totalmente sorprendente, a la mayoría de participantes de dichos debates les dio igual “continuar bajo el agua” (poner tasas de interés menores a cero). Pero la cuestión era cómo hacerlo para los bancos comerciales y sus clientes. Así, en paralelo, era necesario resolver la abolición del dinero metálico en billetes y monedas que quizá sea llevada a cabo en los próximos años.

Los europeos ya empiezan a comprender qué está sucediendo en el mundo de las finanzas. Los pensionistas, por ejemplo, están empezando a protestar contra ello – pero no sólo y no tanto por el inconveniente de utilizar tarjetas de plástico como dinero, sino porque empezaron a darse cuenta de que sus fondos de pensiones pueden “expirar”. Y éste, es sólo uno de los varios ejemplos de los que dispongo para ilustrar la cuestión – después de todo, los inversores institucionales trabajan con títulos de deuda de renta fija, particularmente de corte público y a nivel estatal. Si hoy un cuarto de dichos títulos respaldados en deuda se volvieran “negativos” en Europa, ¿cómo iban a operar los fondos de la seguridad social, de pensiones o las compañías privadas de seguros? En resumen, toda la arquitectura financiera sistémica va a tender inexorablemente a resquebrajarse a través de un deterioro lento y constante. El capital empezará a fundirse y pronto sólo quedará para las pensiones un charco de agua sucia.

En general, hay muchas consecuencias, y Europa empieza a ser consciente, a pensar y a resistir. Debo decir que a día de hoy en Rusia existen intentonas de convertirnos en un paraíso sin dinero metálico, hay grupos de presión liberastas (forma rusa de referirse despectivamente a los liberales – Nota del Traductor). Pero aun así entre la vieja escuela socialista soviética (y no somos pocos precisamente) hay un movimiento de resistencia frente a este proceso destructivo.

Pero por suerte, y gracias a las características propias de la gran patria Rusia podemos pensar que aunque este proyecto tenga respaldo político tardará años pues por el tamaño del país es muy dificultoso adaptarlo a un paraíso sin dinero metálico. Haría falta multitud de caro equipamiento en cada ciudad, pueblo y aldea, personal cualificado para ello y demás.

Por una vez tras la Gran Guerra Patria, los rusos podemos estar contentos con el viejo lema “las malas carreteras salvaron a Rusia”. Pero ahora, Dios mediante, la falta de base técnica necesaria será la que salve a Rusia del paraíso burgués sin dinero metálico.

Valentin Katassonov es miembro de la Sociedad Económica Rusa, editor en jefe del periódico económico “Nuestros Negocios” y profesor de Finanzas Internacionales en la Universidad MGIMO.

Traducido originalmente al inglés por Kristina Kharlova. Traducción al español por Jesús Adrián Martínez (@Fullchus).

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