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jueves, 8 de septiembre de 2016

El modelo económico estalinista



Hay una idea errónea relativa al modelo económico estalinista, y es que se cree que éste no era de mercado. Esta idea errónea proviene de círculos marxistas de corte izquierdista que consideran de forma fatal que el socialismo es un sistema “especial”, ajeno a las leyes económicas elementales del mercado. Como se vería después de la destrucción del modelo estalinista (mediante el hundimiento del sector cooperativo y el sabotaje contra el sistema de asignación de precios del plan, léanse reformas de Kosygin y Liebermann – Nota del Traductor) por parte de grupos kruchevistas, es imposible eludir la ley de la oferta y la demanda. Luego, en los años 90’s, la economía rusa se precipita hacía el extremo opuesto, Yeltsin y su camarilla empiezan la construcción de una “economía de libre mercado” con apoyo técnico e ideológico de diversos personajes liberales extranjeros y nacionales. Esta práctica errónea fue resultado de la propagación del falaz dogma liberal de la “ineficiencia del sector público”. Lo más probable es que este pernicioso pensamiento nazca en el economista austríaco L. Von Mises, que consideraba la economía como un sistema de intercambio de información sobre los precios. Pero la producción de cualquier cosa bajo un plan (sea éste de corte socialista o no – Nota del Traductor) no significa la supresión del precio (lo más correcto sería hablar de una reducción futura de los costes, el crecimiento futuro o para minimizar los costes futuros sobre los actuales mediante economías de escala), del producto producido o del intercambio de información, esto es, “mercado”, en el sentido de Mises. Lo más importante que podía hacer la economía estalinista, en las consideraciones de Mises, era comprobar el valor real (valor-trabajo con modelos de asignación eficiente de recursos Koopmans-Kantoróvich y ecuaciones del valor-trabajo de Marx y Shaik – Nota del Traductor), asignar precios e intercambiar información sobre ellos. Este modelo fue tan eficiente que permitió satisfacer la demanda interna de armas, artillería, blindados y aviones para que la Unión Soviética saliera victoriosa de la Segunda Guerra Mundial. El modelo Stalin puede contrarrestar los fallos del mercado derivados de la competencia destructiva, del monopolismo y de la financierización que distorsionan los precios y crisis económicas con sus brutales efectos para las clases trabajadoras y campesinas.

Estos argumentos también podrían llevar también a la acertada conclusión de la imposibilidad del comunismo utópico como un estado de la sociedad en el que todos los recursos son libres y gratuitos, pues todo bien tiene incluidos unos costes de producción en capital fijo y circulante como mostró Marx en “El Capital”. Necesitamos conocer esta información, así como difundirla para facilitar que las empresas se enfoquen hacia los puntos más eficientes y rentables de la frontera de posibilidades de producción (recta que marca las diferentes combinaciones de producción con unos insumos determinados – Nota del Traductor) y de la frontera de posibilidades de consumo (ídem, pero para el consumo; como su nombre indica – Nota del Traductor)  El modelo económico estalinista es fácilmente explicable a través de la teoría económica moderna (ortodoxia neoclásico-keynesiana – Nota del Traductor) para aquellos que no sean avezados conocedores del Marxismo-Leninismo. Puede que sea un reflejo un tanto vago y ligeramente distorsionado, pero para nuestra labor didáctica e introductoria sirve. Empecemos por las diferencias:

-        -  En lo referido a monopolios el modelo liberal y el estalinista difieren a la hora de permitir a los agentes económicos fijar precios. Mientras hoy los liberales prefieren dedicarse a imponer trabas burocráticas y leyes regulatorias, el modelo Stalin socializaba los monopolios siguiendo la enseñanza leninista con el fin último de permitirles asignar un precio eficiente monopolista (para el beneficio ordinario este precio se da en el corte de los ingresos marginales con los costes totales medios – Nota del Traductor).

-       -   El modelo Stalin comprendía la causa del monopolio natural (economías de escala para todos los niveles de la demanda – Nota del Traductor) e impedía la entrada inútil de inversión como pretenden los liberales con sus regulaciones a favor de la libre concurrencia en sectores donde más de una empresa es un malgasto de recursos. Lógicamente los economistas socialistas bajo Stalin conocían de primera mano qué empresas tenían esta condición y permitían en otros sectores con demandas más elásticas e impredecibles (mayor sensibilidad al precio del mismo bien, de otros o de la renta, donde el monopolio rara vez es eficiente – Nota del Traductor) el acceso de cooperativas, autónomos y sociedades laborales. No como los liberales corruptos y sus monopolios privilegiados artificiales a golpe de regulación estatal.

-        -  Al estar socializados los monopolios estos sirven a la clase trabajadora y al campesinado bajo el modelo Stalin, en lugar de formar lobbies políticos burgueses con consecuencias nefandas (léase complejo militar-industrial de las naciones imperialistas – Nota del Traductor). En el ámbito económico esto permitía que el monopolio socialista fuera más eficiente en lo referido a los excedentes del consumidor (en monopolio el excedente del consumidor SIEMPRE es menor al que hay en competencia perfecta, y una parte, la “pérdida o coste social” se pierde y no va ni al monopolista ni al consumidor – Nota del Traductor).

Parece que el modelo de desarrollo Stalin ha dejado su huella en una renovada actitud positiva hacia el ahorro y la austeridad fiscal. Estos logros se ven cada vez más a la hora de la actuación de los Estados burgueses que, alejándose del viejo keynesianismo de posguerra, vuelven a comprender la importancia de valorar los costes de oportunidad de ahorrar poco y consumir excesivamente para prevenir las grandes crisis de deuda que los azotan. Esto, obviamente, otorgó a la URSS de la época una gran capacidad de maniobra y de independencia. Lástima que esto haya tardado tanto en relucir al gran público, pues es una causa muy remarcable del elevado crecimiento de la economía soviética. También lo relativo a la acumulación y a las economías de escala, pues se empieza a asimilar como una ley económica que una gran empresa en un sector estratégico será muchísimo más útil y eficiente que miles de pequeñas empresas compitiendo destructivamente entre ellas. Esto permitió un gran salto en la capacidad productiva y, por tanto, en las condiciones de vida de la clase trabajadora. Quedará en la Historia de la Ciencia Económica cómo la URSS fue capaz de resolver el desplazamiento a lo largo de la curva de opciones tecnológicas en la dirección de la acumulación más eficiente.

Todo esto se aderezaba en su momento, con un modelo fiscal y monetario austero; como se dijo anteriormente. Así pues en la URSS estaba todo regido por el patrón oro, ajeno a los demonios de la inflación y de la pérdida de poder adquisitivo del trabajador con coeficiente de caja al 100 % para evitar la especulación financiera. El tipo de cambio y el mercado de divisas estaban controlados, subordinados al interés popular. Esto permitía préstamos al consumo y a la inversión al 0 %, un dinero especialmente “altruista”. Gracias a esto entre 1929 y 1933 se construyeron alrededor de 1500 grandes empresas industriales, muchas de las cuales eran de ramas totalmente nuevas de las que cabe destacar: maquinaria, herramientas y utensilios industriales, químicos, siderometalurgia, medicamentos, maquinaria agrícola, automoción y bastantes más.

Por último, hablaremos de la aplicación de la empresa privada cooperativa, de trabajadores autónomos, de sociedad laboral o de artel (forma autóctona de cooperativa – Nota del Traductor) a la URSS. En aquellos sectores (mayormente mercancías de uso y consumo) donde la demanda era especialmente elástica y sensible, con fuertes expansiones y contracciones y, por tanto, con incapacidad técnica de planificar eficientemente sin escaseces o sobreproducciones; el estalinismo prefirió aplicar la competencia de empresas donde no se diera la explotación del hombre por el hombre. Fueron increíblemente importantes a pesar de no ser conocidas más allá de los círculos académicos de los países del Este. Cuando Stalin falleció en la Unión Soviética existían un total de 114000 empresas privadas cuya actividad iba desde el sector alimentario y de menaje del hogar a la metalurgia, la joyería y la industria química. Estas empresas eran responsables de cerca del 6 % de la producción industrial bruta de la URSS. Tenían varios millones de trabajadores en forma de socios cooperativistas, laborales o autónomos. Cabe destacar su actuación en sectores como el mueble (40 % de la producción), el menaje del hogar (70 % de la producción), más de un tercio de los géneros de punto y casi todos los juguetes de los niños. Estas empresas disponían de más de un centenar de oficinas de ingeniería y diseño, 22 laboratorios experimentales propios e incluso dos institutos de investigación. Se llegaron a formar varios clúster tecnológicos (concentración industrial de empresas punteras e instituciones científicas sectores relacionados – Nota del Traductor) en grandes ciudades como Moscú, Stalino, Stalingrado, Kíev, Rostov o Leningrado  Por otra parte, operaban un sistema propio de pensiones que era ajeno al estatal. Cabe mencionar que estas empresas hacían préstamos a sus socios para la compra de ganado, herramientas y equipos o la construcción de viviendas. 1

Para comprender la caída de la Unión Soviética con Gorbachov, tenemos que echar la vista atrás a las ya mencionadas reformas de Kosygin y Liebermann y además, vigilar atentamente el desarrollo de los acontecimientos de la Perestroika donde se fueron volviendo lícitas toda clase de actividades perniciosas para la economía, tales como contrabando, sabotaje, tráfico de divisas, especulación, cierres sospechosos de empresas con los más diversos motivos (se cerraban las fábricas para causar desabastecimiento, caso de las 4 de 5 tabacaleras rusas cerradas por un año a finales de los 80’s – Nota del Traductor) que llevaron por un lado a la crisis y por otro al colapso social por las colas del hambre y la inflación.

Por Eduard Potapov, economista ruso.

Traducido por Jesús Adrián Martínez (@FullChus).

     1.   KARA-MURZÁ, Serguey y otros. El Libro Blanco de Rusia. La Reforma Neoliberal

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