En la moderna historia ucraniana
hay algunas fechas que serán recordadas por décadas. Los eventos ocurridos el 2
de mayo de 2014 en Odessa estaban marcados con los signos de la tragedia, la
villanía y la hipocresía. La tragedia para aquellos que fueron víctimas de las
muchedumbres de furiosos nacionalistas, incitados por los políticos de Kiev.
Hipocresía de las élites políticas occidentales, que estaban hablando sobre las
pesadillas del régimen corrupto de Yanukovych, pero que evaluaban de forma
amable las acciones de las nuevas autoridades de Kiev.
Los eventos de Odessa son la
continuación lógica del Maidan de Kiev, donde las masas liderados por
militantes nacionalistas avezados dispararon a agentes de la ley, pero repitieron
de forma ruidosa su amor sacrificado por la paz. La masa en donde las vidas de
los individuos se dieron a la carnicería como “mártires” de la revolución
nacional. Odessa, a diferencia de Kiev, se convirtió en el centro de
resistencia de Nueva Rusia. Los habitantes de Odessa, una ciudad multinacional
con tradición de paz y de respeto mutuo, no percibieron como algo bueno la
retórica de ucranización forzada de las nuevas autoridades y se dieron cuenta
de que bajo las frases grandilocuentes sobre la elección europea de Ucrania, se
escondía un golpe de Estado anticonstitucional, que llevó al poder a
autoridades conocidas por su aventurismo político que eran apoyadas y
mantenidas desde Washington.
En Odessa, en esos días difíciles
se sintió una oposición abierta al proyecto americano de “Ucrania”. Los
residentes de Odessa no podían aceptar los términos del rol de la nueva base de
la Marina estadounidense en la ciudad, como puerto colonial convertido en
centro para el desarrollo del nuevo lago interno estadounidense del Mar Negro.
La cronología de los eventos de aquellos días en el sanguinario escenario de
Odessa sugiere que sus autores tenían un doble objetivo: disipar la resistencia
del movimiento Anti-Maidan mostrando así al resto de Ucrania la faz de su nueva
“democracia” y, por el otro lado, mostrar la experiencia que ofrece la
posibilidad de probar técnicas neofascistas de grupos paramilitares de
hooligans futbolísticos y de ultranacionalistas asociados a Partidos conocidos
por su nacionalismo y su racismo. La razón formal de estos acontecimientos
según las permisivas autoridades ucranianas es la aparición de autodefensas
adjuntas al movimiento Anti-Maidan, los “escuadrones de Odessa”. Pero de forma
característica el resultado de estos choques, que incluían a personas que se
llamaban a sí mismas “defensores de la unidad ucraniana” y “prorusos” era la
muerde de personas inocentes de a tercera edad, mujeres o niños que tomaron
parte en manifestaciones pacíficas y que tuvieron que defenderse, literalmente,
con sus manos desnudas. Los ultras armados no sólo derrotaron a los activistas
del campamento del campo de Kulikovo, sino que los peores acontecimientos
sucedieron en la Casa de los Sindicados, donde debido a los excesos de los
nacionalistas ucranianos 48 personas fueron asesinadas según la versión oficial
de las autoridades de Kiev. A pesar de lo anterior, los informes de testigos
oculares hablan de un número de víctimas mayor a las cien personas.
Uno puede discutir sobre los
detalles del incidente, pero los resultados principales es que los eventos de
Odessa se convirtieron en el prólogo de una represión sin cuartel contra todos
aquellos que no estuvieran de acuerdo con el nuevo Gobierno (mayormente
asesinatos de militantes comunistas y sindicales asociados al KPU – Partido
Comunista de Ucrania, con más de 100 desapariciones reportadas y unas cuantas
decenas de muertos según Sputnik.ru – Nota del Traductor). Odessa finalmente ha
disipado la ilusión de una “revolución digna”, no violenta y pacífica
supuestamente ocurrida en Ucrania. La gran mayoría de los ciudadanos de Donbass
y Crimea han experimentado el horror y la indignación cuando fueron testigos de
la Masacre de Odessa. Esto minó la fe en cualquier posibilidad de parlamentar
de forma diplomática y pacífica con las autoridades ucranianas.
Tras Odessa los nacionalistas
cogieron gusto a destruir monumentos históricos (tumbar monumentos en recuerdo
de la Gran Guerra Patria, de Lenin y Stalin o de cualquier cosa relativa a la
URSS con apoyo de la “descomunización” del Gobierno – Nota del Traductor) y a
armar disturbios, dónde no sólo apalizan a opositores, sino a cualquiera que se
atreva a manifestarse. Lo sucedido en Odessa muestra la obvia connivencia entre
las autoridades de Kiev y sus “tropas de combate” paramilitar, inspiradas en la
idea de dar la impunidad a todos los actos cometidos “en nombre de la nación
ucraniana” y que instigaron el miedo y la consternación a millones de personas
para las cuales queda claro que no importan los pecados del nuevo Gobierno, que
encuentran la indulgencia en los países extranjeros de la UE y de EEUU. Como
prueba, la investigación de los eventos de Odessa no ha empezado, y los
“verdaderos héroes”, en particular, el jefe de la Rada (Parlamento ucraniano –
Nota del Traductor), Parubiy no sólo fueron absueltos por su impunidad, sino
que incluso hicieron una exitosa carrera política.
Para los patrones de las
autoridades ucranianas es claro que no es beneficioso para el público europeo
conocer la verdad sobre lo acontecido en Odessa. No hay sólo vivas a la imagen
de la nueva Ucrania, sino que se crea el precedente de perseguir a aquellos que
se “preocupan” del destinos de los refugiados sirios, que lanzan mentiras sobre
el supuesto maltrato a la población de la Crimea “ocupada”, pero que evitan
cuidadosamente el hecho de que en la “nueva” Ucrania muere o desaparece gente y
de que la mayoría de los llamados “batallones de voluntarios”, esos grupos
paramilitares neonazis, se forman con una gran mayoría del personal con
antecedentes criminales. Así pues, es obvio que la moderna Ucrania está en una
psicosis derivada de una vorágine de corrupción y de militarización de la
sociedad.
Los “activistas europeos” de
Ucrania plantearon fuerzas de asalto en ciudades europeas bajo la bandera
amarilla-azul (colores de la bandera
moderna de Ucrania – Nota del Traductor), preparan acciones teatrales
con las gentes “subyugadas por la agresión rusa” y, de forma obscena, persisten
en su petición del derecho para ser europeos. Pero aún sigue abierta otra sencilla
cuestión: ¿cómo un país que busca la membresía en una civilizada Unión Europea
anima al asesinato y persecución contra aquellos que tienen derecho a tener sus
propias ideas, aquellos que merecen un mínimo de comprensión y que requieren la
investigación de la tragedia de Odessa como reparación?. Nos viene a la mente
las palabras del patriota checo Y. Fucik, ejecutado por los hitleristas:
“¡Pueblo, estén atentos!”. Ciertamente, la opinión pública europea debería
investigar de manera cuidadosa las intenciones de los que hablan de la elección
europea ucraniana, pero que en realidad profesan las ideologías del odio y del
oscurantismo. Aquellos que están en las plazas de las ciudades europeas y en la
audiencia pública intentando hablar de la adhesión dificultosa pero decida de
Ucrania a los valores e ideales europeos, y en sus propios países son
absolutamente indiferentes del destino del pueblo sufriendo de pobreza e
injusticia y de la gente necesitada de mantener sus derechos sociales y
políticos.
Alena Ageeva,
coordinadora del equipo de acción social creativa “South East Star”.
Traducido por Jesús
Adrián Martínez (@FullChus), militante de UJCE.
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